
Acontecimientos de la vida y estrés
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Pero la vida también puede traer situaciones que nos mantengan estresados durante unos días, semanas o meses. Aunque no pensemos siempre en este estrés, puede ser como una banda sonora de fondo que suena en nuestras vidas.
Si eres como la mayoría de la gente, te has enfrentado a este tipo de situaciones estresantes duraderas. Sentirse poco preparado o infeliz por la situación aumenta el estrés. Las situaciones estresantes pueden desgastarnos con el tiempo. Encontrar formas de afrontarlas puede ayudarnos a fortalecernos.
Las situaciones estresantes pueden poner a prueba nuestra fuerza, sin duda. Sea cual sea la situación a la que te enfrentes, te puede ayudar pensar en ella, aceptar las emociones que sientes y mantener una actitud positiva. Centra tus esfuerzos en lo que puedes influir, busca apoyo y cuídate. Todo esto puede ayudarte a sobrellevar la situación, disminuir el estrés y ayudarte a salir adelante sintiéndote fuerte y seguro.
Ejemplos de acontecimientos vitales
Afrontar los cambios puede ser difícil. Tanto si cambias de profesión, como si empiezas una nueva familia, te mudas a una nueva ciudad o terminas una relación, estos grandes acontecimientos de la vida pueden hacer que tu mundo vaya en picado y te sientas muy desorientado. Sin embargo, no tiene por qué ser así. Todos manejamos los cambios de forma diferente. Algunos lo disfrutan, mientras que otros se atrincheran contra él a toda costa. El único denominador común es que el cambio es una parte constante de la vida. Por eso es importante tener una caja de herramientas de mecanismos positivos para afrontar el cambio. La próxima vez que te enfrentes a un gran cambio en tu vida, ten en cuenta estos seis consejos:
Trastorno de adaptación
Los cambios en la vida, como el divorcio, la muerte de un ser querido o la pérdida de un empleo, pueden desconcertarnos. Pero también pueden ocurrir acontecimientos más felices, como casarse o empezar un nuevo trabajo. Los cambios importantes en la vida, sean del tipo que sean, pueden suponer un reto a la hora de avanzar hacia lo desconocido. Incluso si el cambio es esperado o bienvenido, puede ser inquietante y desorientador. Y cuantos más cambios tengamos que afrontar a la vez, más difícil puede ser.
Cuando somos niños pequeños, el aprendizaje forma parte de nuestro trabajo, y el cambio es una parte habitual del paisaje. Pero a medida que crecemos, el cerebro establece vías neuronales para las cosas que hemos experimentado y aprendido. Estos “atajos mentales” permiten a nuestro cerebro procesar rápidamente lo familiar. Como cualquier cambio grande es una incógnita, se ve como una amenaza evolutiva. Nuestro cerebro primitivo no sabe si el cambio es bueno o no, y nuestra incertidumbre puede crear un sesgo negativo. Salvo para las raras personas que abrazan el riesgo y la aventura de forma habitual, los cambios nos ponen en guardia, provocando ansiedad y estrés.
Evaluación del alcance
Estrés es la palabra que muchas personas utilizan cuando describen cómo las exigencias de su vida les parecen cada vez más difíciles de sobrellevar. Para muchos, el estrés es la sensación de estar bajo demasiada presión mental o emocional, que puede acumularse en diversos ámbitos de nuestra vida (por ejemplo, el trabajo y las relaciones). La capacidad de hacer frente a esta presión varía de una persona a otra y lo que a una persona le resulta estresante puede no ser un problema para otra.
Los niveles bajos de estrés son normales, la mayoría de nosotros los experimentamos; esta forma de estrés puede sernos útil a veces para ayudarnos a centrarnos en un objetivo o para poner de relieve algo que debe cambiar. Sin embargo, el estrés continuado puede causar problemas y hacer que nos sintamos mal físicamente. Para más información sobre el estrés y cómo gestionarlo, haga clic aquí.
A veces, el cambio puede ser mucho más difícil de sobrellevar para una persona y es muy difícil seguir adelante. Cuando esto va más allá del rango de dificultad habitual, puede denominarse “Trastorno de Adaptación”. Se trata de un diagnóstico médico que refleja la profundidad e intensidad de la reacción e indica que ésta ha ido más allá de lo que cabría esperar.